sábado, 30 de enero de 2010

Los problemas musculares

De la mano del "colega al cuadrado" (médico y atleta) Hernan Silvan, les dejo este interesante artículo que creo, a todos nos puede ser de utilidad pra comprender las dolencias musculares:

"Buscar a un deportista que no haya tenido alguna vez los músculos doloridos, calambrosos o pesados, puede ser tan arduo como lo de la aguja en el pajar. No obstante, a pesar de su gran frecuencia, las molestias musculares siguen constituyendo un oscuro campo para médicos, técnicos y deportistas.
Al abordar la causa de las molestias musculares vamos a prescindir de aquellas que sean consecuencia de traumatismos externos (golpes o caídas) cuya forma de manifestarse es la contusión, y nos centraremos en las lesiones que el propio músculo se crea, bien por contracción exagerada (violenta), o porque ésta sea a destiempo (falta de sincronismo con su antagonista) como sucede en el salto, en la reacción para evitar una caída, o en los movimientos incoordinados dentro de un gesto violento. Estas dos situaciones constituyen la principal causa de dolor muscular deportivo.
¿Por qué duele el músculo? En base a su origen, se deben distinguir tres tipos de dolor muscular, siendo el más frecuente aquel que aparece entre las 12 y 48 horas después del ejercicio, el llamado «dolor referido o retardado». Es más bien difuso, muestra cierta hipersensibilidad a la palpación y una pequeña disminución en la amplitud de movimientos en que estén implicados los grupos de músculos que más hicimos trabajar. Suele acompañarse también de las clásicas agujetas y de rigidez muscular, y desaparece paulatinamente a lo largo de la semana. La explicación que se le da es la siguiente: son por sí mismas las alteraciones mecánicas del músculo y del tejido conjuntivo asociado (hinchazón) los estímulos que actúan sobre las terminaciones nerviosas.
Las otras dos formas son el dolor de lesión muscular, cuya causa es obvia: duele porque hay lesión, y el denominado «dolor agudo» que aparece durante el ejercicio y desaparece en cuanto se suspende la actividad. Estaría en relación con las contracciones isométricas repetidas de forma rítmica, y aparece casi inmediatamente después de comenzar el entrenamiento, pudiendo mantenerse hasta cuatro horas después. Suele desaparecer luego, de forma completa.
En el dolor agudo juega un papel importante la situación de isquemia (esto es, falta de riego) a que se lleva al músculo, con la consiguiente acumulación de sustancias de desecho (tóxicos) que aquí son bastante más ostensibles que en el músculo con dolor retardado. Parece ser que a partir de una intensidad de contracción estática superior al 20% de la fuerza máxima se va reduciendo la irrigación sanguínea muscular, y si se supera el 50% el riego cesa completamente.
Según todo esto habría que empezar a descartar, hoy en día, el origen bioquímico como fundamento del dolor retardado y de las agujetas, y pensar más en causas puramente mecánicas. Por contra, cabe resaltar en el tipo agudo de dolor muscular la causa tóxica, confirmada por invasión de metabolitos.
Hay que añadir al dolor muscular otras situaciones en que no llegándose a un verdadero dolor, el malestar es lo suficientemente importante como para impedirnos realizar ejercicio con la normalidad deseada. Éstas son, especialmente, los calambres y la pesadez de piernas, con hormigueos y entumecimiento.
Llamamos calambre a toda contracción espontánea e involuntaria que afecta a un músculo o grupo muscular, consecuencia de desequilibrios de sal en los fluidos que rodean los tejidos musculares. Se suele acompañar de dolor e impotencia funcional, a veces total, y se da sobre todo en ejercicios intensos. Un fallo en la extracción del calcio en la fibra muscular impediría al músculo relajarse, quedando agarrotado.
Es conveniente descartar otros posibles orígenes no musculares: afecciones neurológicas, endocrinas, vasculares o infecciones.
Ante hormigueos o acorchamiento muscular sin causa justificada, como pueden ser los entrenamientos muy exigentes o fuertes cargas, hay que pensar en otras causas de origen vascular (alteraciones cardiocirculatorias) o neurológicas (lumbociática, compresión o atrapamiento de cualquier rama nerviosa...)..
Los factores predisponentes
Existen una serie de errores y situaciones que conducen al atleta, si no pone de su parte una buena prevención, a la lesión del músculo.
Comencemos por la fatiga muscular, aquel estado en que el acúmulo de metabolitos, y de forma especial las catecolaminas, conduce irremisiblemente a la isquemia, pues aún no se ha dado una suficiente recuperación de la fibra muscular. Más carga en esta situación no es asimilada y por tanto la respuesta a ella va a ser imprevisible, aunque estará más cercana a la lesión que al entrenamiento efectivo. Es recomendable, por tanto, dosificar las sesiones de calidad y, de forma especial, en presencia de fatiga. Unos buenos fundamentos técnicos mantienen alejado al atleta de las lesiones. Este pensamiento, tan claro en la mente de casi todos los técnicos y atletas, se olvida con cierta frecuencia. Una mala técnica, por contra, lleva a la descoordinación y ésta a su vez a contracciones musculares asincrónicas o mal situadas en el tiempo, que, como vimos antes, es una de las dos principales causas endógenas de lesión muscular.
Los errores de entrenamiento que desde el punto de vista muscular más deben preocuparnos son:
1) El desequilibrio entre músculos agonistas y antagonistas, con alternación en el balance extensión-flexión en favor de esta última, lo que supone mayor presencia de contracturas en los músculos implicados en dicho mecanismo.
2) El desequilibrio que supone dar primacía a los ejercicios de potenciación sobre los de estiramiento, con gran hipertrofia y acortamiento muscular, consecuencia inmediata de olvidar el «stretching» (estiramientos).
Sin un calentamiento correcto difícilmente va el músculo a funcionar. A veces es preciso añadir a los habituales rodajes y ejercicios de gimnasia, y gestos específicos de la prueba, otras técnicas, como son el «stretching» (conocido por todos y mal realizado por casi todos) y la facilitación propioceptiva neuromuscular (técnica Kabat o PNF).
Respecto al «stretching» hay que añadir que es conveniente utilizarlo en sus tres vertientes: estático, dinámico y CHRS («contract-hold-relax-stretch»). Este último con la ventaja añadida de poder ser acoplado a patrones PNF (nota: PNF es un método de estiramiento que permite una estimulación profunda de la flexibilidad).
Por último, como importante factor predisponente a malestar muscular, consideramos las temperaturas ambientales extremas. Cuando la temperatura del músculo es ligeramente superior a la normal del cuerpo se favorece la circulación sanguínea, se disminuye la viscosidad del tejido muscular y conjuntivo, y se aceleran las reacciones físicas del proceso de contracción. Por contra, una temperatura excesiva contribuye a la destrucción de proteínas y a la pérdida de agua, con el consecuente desajuste circulatorio. Si la temperatura baja mucho, aumenta la viscosidad del músculo y tejido conjuntivo, y con ello la sensibilidad, con menor fuerza y más pereza en la función muscular.
Distintos grados de molestia muscular
Me gustaría ahora que pensárais en un abanico, pues es la figura que mejor puede representar las formas en que clasificamos el malestar del músculo. Desde que empezamos a abrirlo, hasta que lo hacemos del todo, vamos pasando por una serie de grados o estaciones (los radios del abanico) creando cada vez más tensión. Si una vez abierto al máximo lo forzamos, se rompe.
Agrupamos en dos amplios apartados las cargas y lesiones musculares según se presente o no un verdadero traumatismo. A su vez, en cada apartado se destacan las dos formas o grados más importantes de molestia. Y antes de pasar a analizarlas, es conveniente advertir que son infinitas las formas intermedias que se puedan dar entre estos cuatro standars.
En un primer grupo, como cargas musculares no traumáticas, encontramos la distensión y la contractura, siendo ésta última la más severa. Tanto una como otra se presentan como sensaciones desagradables más que como verdadero dolor. Y si éste aparece, lo hace tres horas después o al día siguiente de la sesión de entrenamiento o competición, no existiendo, por tanto, una clara noción de cuándo y cómo se desencadenó el dolor.
1) En la distensión, también llamada con frecuencia «elongación», el músculo, al ser palpado, está moderadamente contraído y es más sensible que doloroso, desapareciendo las molestias casi por completo al reposar y reanudándose con la actividad. La impotencia funcional es siempre relativa, pues se trata de un músculo que ha sobrepasado sus límites de elasticidad, pero de forma armoniosamente repartida, existiendo sólo daño fisiológico y no desgaste anatómico.
2) La contractura no es más que una distensión acentuada hasta el punto de «sentir presente» el músculo. Aún no se tiene claro dolor, pero con la palpación o la actividad deportiva, éste se desencadena sin vacilar, de forma mucho más marcada y a veces seguido de evidente dificultad funcional. Lo que a simple vista puede considerarse como banal, no lo es en la práctica médica. Si ante este tipo de situaciones, sin poner adecuado remedio, persistimos con incorrectos esfuerzos, cargas inadecuadas o simplemente posturas poco ortodoxas (causa muy frecuente en músculos de la espalda) corremos el riesgo de ocasionar un endurecimiento muscular patológico, cuya manifestación última y más grave es un enmarañamiento del tejido fibrinoso, denominado miogelosis, que no es más que el paso de un estado normal de solución a un estado gelatinoso, a veces a duras penas reversible. Una visita a tiempo a un masajista mínimamente experto suele evitarlo.
Dentro del segundo grupo, y ya como traumatismos con franco dolor y gran afectación miofibrilar, tenemos el famoso «tirón muscular» y el desgarro o rotura, ya sea parcial o total
3) En el «tirón muscular» hay siempre un punto preciso, netamente doloroso y localizado, y a veces, un pequeño nódulo, acompañado de cierto grado de hematoma que suele emigrar a zonas de inserción. El dolor es continuo en reposo y se exagera con la actividad. La palpación nodular despierta en el paciente «sentimientos poco nobles» hacia el explorador. El tirón muscular es, en definitiva, un grado intermedio de desgarro muscular, pero de pronóstico francamente optimista y evolución hacia la total curación.
4) En el desgarro muscular el dolor brutal, «en pedrada», impone un paro inmediato de la actividad que incluso obliga a inmovilizar el segmento del miembro afectado. Se muestra voluminoso a la inspección y especialmente doloroso a la palpación, que evidencia hematoma fluctante con evolución a empastado y, pasados los días, a nódulo duro.
Un estadio más grave y de auténtica excepción lo constituiría la «rotura muscular total», con retracción de los cabos musculares. Negada por unos autores y perfectamente descrita por otros, es, por fortuna, bastante rara".

El Miercoles 1 hora suave con pequeñas molestias en el gemelo, en los ultimos 3 Km + Circuito de ejercicios (skipping, multisaltos, tobillos, flexiones de pecho...)

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